Al entrar Fidel en La Habana cerca de mil hombres fueron encerrados en la prisión de La Cabaña, en unas celdas con solo capacidad para 300 presos: tenían que turnarse para dormir y sus condiciones de vida eran atroces. Iban a ser sometidos a juicios revolucionarios por una «Comisión de Depuración» que empezó a las 24 horas de las detenciones. El Che nombró Juez Comisionado de los Tribunales Revolucionarios a su ayudante Orlando Borrego, de 21 años, que carecía de conocimientos en leyes. Todos estos juicios estaban bajo su supervisión directa ya que el Che era la última y suprema instancia de apelación.
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